Cómo la economía global puede sobrevivir con el petróleo a más de US$100 el barril
Con algo de indigestión, la economía mundial ha logrado absorber un precio del petróleo por encima de los US$80 el barril. ¿Podrá sobrevivir a un precio de US$100 el barril?La respuesta es que sí, bastante bien, siempre y cuando se cumplan varias condiciones. El alza del precio tendría que ser gradual. La inflación no podría empeorar tanto como para forzar grandes aumentos en las tasas de interés. Y los países ricos en petróleo tendrían que bombear sus ganancias de vuelta a las economías de Estados Unidos y Europa.
Hasta ahora, todo esto ha ocurrido. Esta feliz convergencia podría continuar, aunque persiste el temor que los altos precios de la energía lleven a EE.UU. a una recesión.
Una serie de factores, incluyendo el ajustado suministro de crudo y un dólar débil, sugiere que los precios del petróleo seguirán en alza. Algunos analistas sostienen que el petróleo alcanzará un récord histórico, medido en dólares actuales, de más de US$100 el barril. El viernes, el barril de petróleo cerró en US$81,66 en la Bolsa Mercantil de Nueva York.
Los altos precios del crudo podrían tener repercusiones serias si afectan la billetera de los consumidores. Esto es especialmente cierto en EE.UU., donde el gasto de los consumidores ha sido el principal motor de crecimiento en los últimos años.
A pesar de todas estas preocupaciones, el mundo de hoy está mejor preparado que en los años 70 para enfrentar el encarecimiento del petróleo.
La principal razón tiene que ver con lo que algunos llaman el efecto Wal-Mart. Por cada dólar adicional que han tenido que gastar los automovilistas estadounidenses en gasolina, los exportadores de bajos costos de China y otros países han devuelto cerca de US$1,50 en la forma de bienes minoristas más baratos. Incluso con los precios casi históricos que ha alcanzado el petróleo hoy, los hogares estadounidenses gastan hoy menos de 4% de sus ingresos disponibles en gasolina, frente a más de 6% en 1980.
El papel de los países emergentes
Además, los actuales precios del crudo reflejan la fortaleza de la economía, no un embargo petrolero o una guerra en Medio Oriente. Desde que la rivalidad entre Venezuela y Arabia Saudita inundara con petróleo el mercado en los años 90, competencia que llevó el barril a US$11 en 1998, los precios se han multiplicado en casi ocho veces. Durante este período alcista, la economía global creció cerca de 5% al año.
El sólido crecimiento de China y otros mercados emergentes ayuda a las compañías estadounidenses y europeas a compensar una parte del golpe proveniente de los precios del crudo. Un ejemplo son las grandes automotrices. Muchos países emergentes han llegado a una etapa de desarrollo en la que sus ingresos per cápita permiten un fuerte aumento de la demanda por automóviles, afirma Ellen Hughes-Cromwick, economista jefa de Ford Motor Co. El crecimiento de los mercados emergentes es un "desarrollo estructural (que es) menos sensible a los cambios en los precios del petróleo", observa.
"Hoy existe una actitud más relajada", dice Daniel Yergin, un historiador del petróleo y presidente de la firma de asesoría en temas energéticos Cambridge Energy Research Associates. En un evento reciente para promocionar las memorias de Alan Greenspan, Yergin le preguntó al ex presidente de la Reserva Federal si un precio de US$80 el barril era un problema. "Básicamente se encogió de hombros y dijo: 'No hasta ahora'", recuerda Yergin.
Los altos precios del crudo significan que países productores como Rusia y Arabia Saudita tienen más dinero para invertir alrededor del mundo. "Si los dueños de los recursos ahora obtienen un pedazo más grande del pastel, entonces el barril a US$100 no debería ser un problema", siempre y cuando no haya una recesión en EE.UU., afirma Philip Verleger Jr., economista independiente experto en temas de energía. "Y esas inversiones están ocurriendo".
Giro fundamental
Este optimismo ilustra un cambio fundamental en la manera en la que los economistas estudian el impacto de los precios de la energía sobre la economía.
Históricamente, cuando han ocurrido interrupciones violentas del suministro —como las que siguieron a la revolución islámica en Irán en 1979 o a la guerra entre Irán e Irak en los años 80— los precios del crudo se han duplicado o triplicado en el curso de pocas semanas. Eso hacía que la Fed elevara bruscamente la tasa de interés en un esfuerzo por contener una espiral inflacionaria.
El actual timonel de la Fed, Ben Bernanke, ha dedicado mucho tiempo a estudiar este tipo de shocks. Su conclusión sorpresiva: la medicina que aplicaba la Fed ante los altos precios del crudo era peor que la enfermedad. "La mayor parte del impacto de un shock en el precio del petróleo se puede atribuir a la respuesta que el banco central tiene ante las presiones inflacionarias engendradas por ese shock", escribió en 1998. Hoy, esta perspectiva es bastante común en los bancos centrales.
Motor de crecimiento
China, que es el motor económico en el que muchos confían, podría contar con otras fuentes de energía para compensar por el crudo. Sólo 21% de las necesidades energéticas de China se cubren con el petróleo, mientras que gran parte del resto proviene del carbón.
A diferencia de EE.UU., que usa gran parte de su crudo importado para gasolina, China lo utiliza principalmente para sus industrias, área en la que el carbón puede ser un sustituto. Sin embargo, un uso más intenso del carbón podría exacerbar aún más los serios problemas medioambientales del país y acelerar la emisión de gases que contribuyen al calentamiento global.
Por el momento, la mayoría de los economistas espera que el petróleo se mantendrá alto el próximo año. Un huracán inesperado en el Golfo de México o una repentina interrupción del suministro por parte de un productor grande como Irán o México podría empujar el barril por encima de la barrera de los US$100.
Hasta ahora, todo esto ha ocurrido. Esta feliz convergencia podría continuar, aunque persiste el temor que los altos precios de la energía lleven a EE.UU. a una recesión.
Una serie de factores, incluyendo el ajustado suministro de crudo y un dólar débil, sugiere que los precios del petróleo seguirán en alza. Algunos analistas sostienen que el petróleo alcanzará un récord histórico, medido en dólares actuales, de más de US$100 el barril. El viernes, el barril de petróleo cerró en US$81,66 en la Bolsa Mercantil de Nueva York.
Los altos precios del crudo podrían tener repercusiones serias si afectan la billetera de los consumidores. Esto es especialmente cierto en EE.UU., donde el gasto de los consumidores ha sido el principal motor de crecimiento en los últimos años.
A pesar de todas estas preocupaciones, el mundo de hoy está mejor preparado que en los años 70 para enfrentar el encarecimiento del petróleo.
La principal razón tiene que ver con lo que algunos llaman el efecto Wal-Mart. Por cada dólar adicional que han tenido que gastar los automovilistas estadounidenses en gasolina, los exportadores de bajos costos de China y otros países han devuelto cerca de US$1,50 en la forma de bienes minoristas más baratos. Incluso con los precios casi históricos que ha alcanzado el petróleo hoy, los hogares estadounidenses gastan hoy menos de 4% de sus ingresos disponibles en gasolina, frente a más de 6% en 1980.
El papel de los países emergentes
Además, los actuales precios del crudo reflejan la fortaleza de la economía, no un embargo petrolero o una guerra en Medio Oriente. Desde que la rivalidad entre Venezuela y Arabia Saudita inundara con petróleo el mercado en los años 90, competencia que llevó el barril a US$11 en 1998, los precios se han multiplicado en casi ocho veces. Durante este período alcista, la economía global creció cerca de 5% al año.
El sólido crecimiento de China y otros mercados emergentes ayuda a las compañías estadounidenses y europeas a compensar una parte del golpe proveniente de los precios del crudo. Un ejemplo son las grandes automotrices. Muchos países emergentes han llegado a una etapa de desarrollo en la que sus ingresos per cápita permiten un fuerte aumento de la demanda por automóviles, afirma Ellen Hughes-Cromwick, economista jefa de Ford Motor Co. El crecimiento de los mercados emergentes es un "desarrollo estructural (que es) menos sensible a los cambios en los precios del petróleo", observa.
"Hoy existe una actitud más relajada", dice Daniel Yergin, un historiador del petróleo y presidente de la firma de asesoría en temas energéticos Cambridge Energy Research Associates. En un evento reciente para promocionar las memorias de Alan Greenspan, Yergin le preguntó al ex presidente de la Reserva Federal si un precio de US$80 el barril era un problema. "Básicamente se encogió de hombros y dijo: 'No hasta ahora'", recuerda Yergin.
Los altos precios del crudo significan que países productores como Rusia y Arabia Saudita tienen más dinero para invertir alrededor del mundo. "Si los dueños de los recursos ahora obtienen un pedazo más grande del pastel, entonces el barril a US$100 no debería ser un problema", siempre y cuando no haya una recesión en EE.UU., afirma Philip Verleger Jr., economista independiente experto en temas de energía. "Y esas inversiones están ocurriendo".
Giro fundamental
Este optimismo ilustra un cambio fundamental en la manera en la que los economistas estudian el impacto de los precios de la energía sobre la economía.
Históricamente, cuando han ocurrido interrupciones violentas del suministro —como las que siguieron a la revolución islámica en Irán en 1979 o a la guerra entre Irán e Irak en los años 80— los precios del crudo se han duplicado o triplicado en el curso de pocas semanas. Eso hacía que la Fed elevara bruscamente la tasa de interés en un esfuerzo por contener una espiral inflacionaria.
El actual timonel de la Fed, Ben Bernanke, ha dedicado mucho tiempo a estudiar este tipo de shocks. Su conclusión sorpresiva: la medicina que aplicaba la Fed ante los altos precios del crudo era peor que la enfermedad. "La mayor parte del impacto de un shock en el precio del petróleo se puede atribuir a la respuesta que el banco central tiene ante las presiones inflacionarias engendradas por ese shock", escribió en 1998. Hoy, esta perspectiva es bastante común en los bancos centrales.
Motor de crecimiento
China, que es el motor económico en el que muchos confían, podría contar con otras fuentes de energía para compensar por el crudo. Sólo 21% de las necesidades energéticas de China se cubren con el petróleo, mientras que gran parte del resto proviene del carbón.
A diferencia de EE.UU., que usa gran parte de su crudo importado para gasolina, China lo utiliza principalmente para sus industrias, área en la que el carbón puede ser un sustituto. Sin embargo, un uso más intenso del carbón podría exacerbar aún más los serios problemas medioambientales del país y acelerar la emisión de gases que contribuyen al calentamiento global.
Por el momento, la mayoría de los economistas espera que el petróleo se mantendrá alto el próximo año. Un huracán inesperado en el Golfo de México o una repentina interrupción del suministro por parte de un productor grande como Irán o México podría empujar el barril por encima de la barrera de los US$100.
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