ElCapitalista007

martes, octubre 30, 2007

Con la salida del jefe de Merrill Lynch, la crisis del crédito cobra su mayor víctima

En los días en que Goldman Sachs Group Inc. anunciaba sus resultados trimestrales, los coletazos se sentían con gran fuerza a unas pocas cuadras de distancia, en la sede de Merrill Lynch & Co. Stanley O'Neal, presidente ejecutivo de Merrill Lynch, interrogaba sin piedad a los ejecutivos de mercados de capital para saber por qué las ganancias de Goldman en la negociación de bonos crecían más rápido que las de Merrill. Los subordinados analizaban minuciosamente los resultados de Goldman en busca de las respuestas. "Llegó un momento en que uno no quería estar en la oficina" cuando Goldman anunciaba sus utilidades, relata un ex ejecutivo de Merrill.

Hoy será probablemente O'Neal quien no irá a la oficina. El ejecutivo de 56 años negociaba anoche las condiciones de su partida.

La junta directiva de la casa de valores de Wall Street planea iniciar la búsqueda de un sucesor y se espera que revise candidatos tanto internos como externos. El candidato principal para suceder a O'Neal es Laurence Fink, actual presidente ejecutivo de BlackRock Inc., un gestor de fondos donde Merrill tiene una participación de 49%. Fink es muy cercano a Greg Fleming, copresidente de Merrill y otro posible candidato, por lo que no se descarta un escenario de cohabitación entre ambos.

Otro nombre que ha salido a la palestra es el de John Thain, presidente ejecutivo de la operadora de bolsas NYSE Euronext y ex ejecutivo de Goldman Sachs. Bob McCann, quien está a cargo de la gigantesca operación de corretaje bursátil de Merrill, es otro candidato a tener en cuenta, según ejecutivos de Wall Street.

La salida de O'Neal parece ser la consecuencia directa de la rebaja contable de US$7.900 millones, ligada a activos respaldados por hipotecas, que la empresa anunció la semana pasada, la mayor pérdida en la historia de Wall Street. Ese fue un claro detonante. Sin embargo, la celeridad con la que la junta directiva, la mayor parte de la cual fue seleccionada por el propio O'Neal, parece estar dispuesta a desprenderse del presidente ejecutivo ha sorprendido a muchos observadores de Wall Street. Después de todo, O'Neal es considerado el artífice de un impulso en la rentabilidad general de Merrill y de su transformación en un gigante financiero internacional con presencia en varios segmentos, como bonos y gestión de activos.

Errores ejecutivos

Algunos ex colegas señalan que, a pesar de su talento y ambición, O'Neal no era muy dado a los debates abiertos. "No se sentía cómodo en medio de personas independientes, con puntos de vista que podrían ser distintos al suyo, y cuya lealtad era hacia la firma, en vez de hacia él", dice Barry Friedberg, quien encabezó la división de banca de inversión de Merrill en los años 80 y 90, uno de varios ex ejecutivos que abandonaron la firma durante la gestión de O'Neal.

No fueron solamente los subordinados quienes notaron la falta de comunicación de O'Neal. A fines de septiembre O'Neal comenzó a informar a la junta de que la rebaja contable relacionada a los activos respaldados por hipotecas ascendería a unos US$4.500 millones. Pero después de que nombrara al ejecutivo David Sobotka para que saneara el problema, el nuevo equipo salió con una cifra más conservadora que aumentó la rebaja contable en 76% a US$7.900 millones.

Aunque la junta fue mantenida al tanto, la magnitud de la pérdida asustó a muchos. Uno de los más preocupados fue Armando Codina, un empresario de bienes raíces de origen cubano que preside el comité de nominación y gobierno corporativo de Merrill. "Lo que molestó a la junta fue que la magnitud de la pérdida creció a un ritmo alarmante", dijo una fuente.

"La gota que derramó el vaso", según esta persona, fue la decisión unilateral de O'Neal de preguntarle al presidente ejecutivo del banco estadounidense Wachovia Corp., Ken Thompson, si le interesaría comprar Merrill. Thompson fue recatado, pero la sensación de desesperación inherente, en particular si se toma en cuenta que Wachovia tiene una operación de corretaje de un tamaño parecido a la de Merrill, ofendió a algunos directores, corredores y ejecutivos de Merrill, que no estaban al tanto de las conversaciones, dicen fuentes cercanas.

Presión competitiva

La presión para igualar el crecimiento de Goldman Sachs llevó a Merrill a incursionar en áreas más arriesgadas, como la de colocar obligaciones de deuda colateralizada (CDO, por sus siglas en inglés), grupos de valores respaldados por activos que incluyen hipotecas, sin suficientes controles de riesgos, dicen ex funcionarios de Merrill.

El inventario de CDO de Merrill, que llegó a superar los US$30.000 millones, generó pérdidas catastróficas reveladas el miércoles pasado, equivalentes a 13% de la capitalización de mercado de Merrill.

Otra decisión que, según los detractores de O'Neal, agravó las pérdidas fue el despido, en julio de 2006, de tres experimentados ejecutivos del negocio de renta fija. El equipo era encabezado por Jeffrey Kronthal e incluía a Harry Lensfield y Doug

DeMartin. Los tres fueron citados, uno después de otro, a una entrevista de un cuarto de hora con Dow Kim, entonces copresidente de valores institucionales. Kim les dijo que había decidido hacer un cambio y no había lugar para ellos. Apenas dos días antes, los tres ejecutivos habían esbozado sus planes para el año siguiente en una reunión de 300 directivos en un lujoso hotel de las Bermudas.

Los próximos pasos

La junta y el próximo equipo interino de gestión de Merrill Lynch ahora encaran la tarea de estabilizar las finanzas de la compañía, pese a que la dirección estratégica no va a ser clara hasta que se elija a un nuevo presidente ejecutivo. "En este momento todo es incierto", afirma Scott Sprinzen, un director gerente que sigue a las compañías de servicios financieros para Standard & Poor's. "A la luz de los problemas recientes, podría haber un cambio violento en la dirección estratégica o más rebajas contables, todo esto ocurre cuando los mercados de crédito están agitados. Pero la liquidez de Merrill Lynch es muy sólida, así que esa no es una preocupación por ahora".

Merrill tiene que cambiar "todo su proceso de gestión de riesgo y replantearse" su apego a las finanzas estructuradas, señala David Trone, analista de Fox-Pitt, Kelton. La firma también tendrá que sopesar contratar a un ejecutivo externo con pocos lazos con los errores del pasado reciente frente a alguien interno que le otorgue a la firma más estabilidad y continuidad sin arriesgar renuncias masivas, agrega Kelton.


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