ElCapitalista007

miércoles, diciembre 19, 2007

Para solucionar problemas lingüísticos, EE.UU. recurre a los médicos latinoamericanos

Gilberto Cota estudió medicina en Mexicali, México, pero nunca se convirtió en doctor titulado debido a que no pudo entrar a uno de los pocos programas de residencia en su país natal. Tras mudarse a California años después, Cota tuvo que resignarse a trabajar como asistente en temas de diabetes. Sus estudios de medicina no tenían ningún valor en Estados Unidos. Hoy, Cota practica medicina como parte de un programa piloto que trata de aprovechar el exceso de médicos en América Latina, con el objetivo de compensar la escasez crónica de médicos estadounidenses que hablen español.

A medida que el número de inmigrantes latinoamericanos que llega a EE.UU. alcanza nuevos récords, los hospitales de todo ese país pasan apuros por atender a los pacientes de habla hispana.
Cota, de 33 años, se está preparando para convertirse en un médico licenciado en EE.UU. Recibe una beca anual de US$21.000 de la Universidad de California, en Los Ángeles, para tomar cursos de preparación para los exámenes del Colegio de Médicos. Con su preparación universitaria estadounidense y unas cartas de recomendación, será admitido en un programa de residencia en un hospital. Hace poco, Cota fue entrevistado en el Centro Médico del condado de Riverside, en California. Aproximadamente dos tercios de los pacientes son hispanos, y muchos no hablan inglés. Sin embargo, sólo ocho de los 27 residentes de medicina familiar hablan español. El resultado es una pobre comunicación que cada año se traduce en millones de dólares gastados en exámenes innecesarios, visitas a urgencias y diagnósticos poco precisos o tardíos. La falta de entendimiento provoca confusiones sobre las dosis de los medicamentos y sus efectos secundarios, y contribuye a que no se cumplan las indicaciones médicas y haya un bajo seguimiento.

"Para proveer un cuidado seguro y de calidad, un médico debe entender al paciente", dice Patrick Dowling, un profesor de medicina familiar de la Escuela de Medicina David Geffen en UCLA.

Los hispanos representan 14% de la población de 300 millones de EE.UU. Pero sólo 5% de todos los médicos practicantes son hispanos. El Centro Hispano Pew, un grupo de investigación, reportó recientemente que menos de uno de cada cuatro latinos dice ser capaz de hablar bien inglés.

En California, donde 35% de la población es hispana, sólo 4% de los médicos son latinos. Ante esta realidad, Dowling y su colega Michelle Bholat diseñaron un programa de 14 meses que certifica a doctores de países latinoamericanos para participar en las residencias de medicina familiar en los hospitales universitarios del estado.

Antes del lanzamiento de este programa, muchos participantes habían trabajado en EE.UU. como técnicos de rayos X, asistentes de enfermería o voluntarios. Según Bholat, "es una solución obvia aprovechar las reservas existentes de graduados médicos con habilidades lingüísticas y culturales".

Tras completar sus residencias, los participantes se comprometen a trabajar al menos tres años en algún "área necesitada", en una ciudad o alguna comunidad rural. Actualmente, 14 médicos graduados en Latinoamérica están inscritos en alguna etapa del programa de UCLA, con un costo aproximado de US$48.000 cada uno. El programa, financiado en su totalidad por fundaciones privadas, cumplirá su primer año en febrero. Ahora, Dowling y Bholat buscan recaudar fondos para incrementar la capacidad de inscripción. Ambos doctores planean replicar el programa en otros campus de la Universidad de California, e introducirlo en otros estados donde también hay dificultades con los pacientes de habla hispana.

Texas, donde 35% de la población es hispana, ya está considerando el programa piloto de UCLA. "Se trata de un programa de responsabilidad social que necesitamos adaptar en Texas", dice Carlos Jaén, presidente de la junta del Departamento de Medicina Familiar y Comunitaria en el Centro de Ciencias Médicas de la Universidad de Texas, en San Antonio.

Jaén dice que ha visto "múltiples ocasiones" en las que la mala comunicación ha causado "situaciones peligrosas". Por ejemplo, la palabra "once": en inglés significa "una vez" y en español es el número. Cuando una receta médica dice que debe tomarse el medicamento once a day (una vez al día), algunos pacientes hispanoparlantes lo han interpretado como 11 píldoras al día. En el caso de los medicamentos cardíacos, esta dosis puede ser tóxica e incluso provocar la muerte.

A su vez, los países latinoamericanos generan más graduados de medicina de los que pueden emplear sus hospitales. En México, unos 12.000 estudiantes terminan cada año la carrera, pero los hospitales sólo ofrecen 4.300 puestos de residencia. El programa de UCLA está diseñado para aprovechar ese exceso.


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