Ni Gucci ni Prada... o la curiosa batalla de Aspen por conservar un espíritu modesto
El popular destino de esquí de Aspen, en Colorado, se enfrenta a un dilema poco común: se ha vuelto demasiado ostentoso.Algunos de los residentes antiguos se quejan de que el centro está abarrotado de tiendas lujosas de joyas y ropa cara. Así que mientras otros destinos resort e históricos le cierran las puertas a la posible entrada de cadenas como McDonald's por miedo a volverse demasiado plebeyos, Aspen está estudiando maneras de limitar que los establecimientos tipo Gucci y Prada se hagan con el control de sus calles céntricas.
Esta ciudad de deportes invernales, con unos 5.700 habitantes permanentes, ha dependido tradicionalmente de su reputación como una zona de recreo para los más acaudalados y glamourosos, incluyendo a grandes empresarios y ejecutivos de América Latina, muchos de los cuales poseen propiedades en este enclave. El precio promedio de una vivienda ha sobrepasado los US$5,5 millones. Los espacios comerciales en el centro se alquilan por un promedio de US$1.350 por metro cuadrado, en comparación con los US$280 que cuesta el mismo espacio en el centro de Denver.
Ahora, las autoridades de la ciudad temen que toda esta sofisticación esté destruyendo el encanto exclusivo de este pequeño lugar, antes conocido como un punto de reunión de hippies y un centro dedicado a la minería. Los residentes más modestos de Aspen han observado con desagrado la invasión de las marcas de lujo y han visto cómo éstas han sustituido sus pequeñas tiendas independientes, las cuales ya no pueden permitirse los alquileres. En el centro de Aspen, que abarca un espacio de unas 20 cuadras, hay unas 24 joyerías y 30 cadenas de bienes de lujo.
Hacia fines de año, el concejo municipal de Aspen tiene que tomar una decisión sobre el futuro de la ciudad, ya que entonces vencerá una moratoria de un año para la aprobación de nuevas construcciones en el centro. Esta pausa pretendía otorgarles a las autoridades algo más de tiempo para definir la conformación urbana de la zona después de que un histórico restaurante y un cine se vieron obligados a cerrar.
Entre las medidas que considera el concejo están los límites a la cantidad de cadenas de lujo y joyerías autorizadas en el centro. También estudia conceder subvenciones a tiendas que venden productos de "usos comerciales esenciales", como las farmacias y las lavanderías. Estas ayudas podrían fomentar las asociaciones entre el sector público y privado o incentivos para construir espacios auxiliares, como sótanos o segundas plantas que podrían ser ocupadas por minoristas locales.
Si el concejo opta por congelar el número de cadenas de lujo autorizadas —medida que apoyan los urbanizadores de Aspen—, estas tiendas sólo podrían establecerse cuando otra se vaya.
Diversas cadenas de bienes de lujo con sucursales en Aspen no quisieron comentar para este artículo.
Los ingenieros urbanos han propuesto regular el espacio del centro para promover una mejor fusión de restaurantes con tiendas que vendan productos a precios moderados y que atraigan a visitantes durante todo el año, en vez de las tiendas de lujo, cuyo atractivo se concentra sobre todo en los meses de invierno.
Así, Aspen contribuye en su popia manera a una creciente tendencia en Estados Unidos: las ciudades que intentan restringir la presencia de las grandes cadenas en un esfuerzo por preservar sus identidades locales.
San Francisco y al menos otra veintena de ciudades de Estados Unidos han perseguido el objetivo de limitar la entrada de cadenas como Starbucks y Blockbuster. Algunas, como San Juan Batista, en California, incluso han prohibido por completo la presencia de estas cadenas en la mayoría de sus áreas.
Esta ciudad de deportes invernales, con unos 5.700 habitantes permanentes, ha dependido tradicionalmente de su reputación como una zona de recreo para los más acaudalados y glamourosos, incluyendo a grandes empresarios y ejecutivos de América Latina, muchos de los cuales poseen propiedades en este enclave. El precio promedio de una vivienda ha sobrepasado los US$5,5 millones. Los espacios comerciales en el centro se alquilan por un promedio de US$1.350 por metro cuadrado, en comparación con los US$280 que cuesta el mismo espacio en el centro de Denver.
Ahora, las autoridades de la ciudad temen que toda esta sofisticación esté destruyendo el encanto exclusivo de este pequeño lugar, antes conocido como un punto de reunión de hippies y un centro dedicado a la minería. Los residentes más modestos de Aspen han observado con desagrado la invasión de las marcas de lujo y han visto cómo éstas han sustituido sus pequeñas tiendas independientes, las cuales ya no pueden permitirse los alquileres. En el centro de Aspen, que abarca un espacio de unas 20 cuadras, hay unas 24 joyerías y 30 cadenas de bienes de lujo.
Hacia fines de año, el concejo municipal de Aspen tiene que tomar una decisión sobre el futuro de la ciudad, ya que entonces vencerá una moratoria de un año para la aprobación de nuevas construcciones en el centro. Esta pausa pretendía otorgarles a las autoridades algo más de tiempo para definir la conformación urbana de la zona después de que un histórico restaurante y un cine se vieron obligados a cerrar.
Entre las medidas que considera el concejo están los límites a la cantidad de cadenas de lujo y joyerías autorizadas en el centro. También estudia conceder subvenciones a tiendas que venden productos de "usos comerciales esenciales", como las farmacias y las lavanderías. Estas ayudas podrían fomentar las asociaciones entre el sector público y privado o incentivos para construir espacios auxiliares, como sótanos o segundas plantas que podrían ser ocupadas por minoristas locales.
Si el concejo opta por congelar el número de cadenas de lujo autorizadas —medida que apoyan los urbanizadores de Aspen—, estas tiendas sólo podrían establecerse cuando otra se vaya.
Diversas cadenas de bienes de lujo con sucursales en Aspen no quisieron comentar para este artículo.
Los ingenieros urbanos han propuesto regular el espacio del centro para promover una mejor fusión de restaurantes con tiendas que vendan productos a precios moderados y que atraigan a visitantes durante todo el año, en vez de las tiendas de lujo, cuyo atractivo se concentra sobre todo en los meses de invierno.
Así, Aspen contribuye en su popia manera a una creciente tendencia en Estados Unidos: las ciudades que intentan restringir la presencia de las grandes cadenas en un esfuerzo por preservar sus identidades locales.
San Francisco y al menos otra veintena de ciudades de Estados Unidos han perseguido el objetivo de limitar la entrada de cadenas como Starbucks y Blockbuster. Algunas, como San Juan Batista, en California, incluso han prohibido por completo la presencia de estas cadenas en la mayoría de sus áreas.
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