¿Un gigante sin control?
Uno de los grandes problemas que enfrentó Charles Prince, el presidente ejecutivo de Citigroup Inc. que ayer renunció a su cargo, fue que no pudo unir las piezas de un vasto imperio bancario. Y su sucesor encarará los mismos desafíos. Una década después de que Sanford Weill creara Citigroup mediante una seguidilla de adquisiciones, este gigante de los servicios financieros sigue siendo un mosaico de negocios, muchas veces disfuncionales, cuyos empleados tienden a ignorarse mutuamente o a competir entre sí.
Citigroup todavía es el mayor banco de Estados Unidos en términos de activos. Pero durante años Prince trató infructuosamente de cumplir su meta de crear "Un Citi" a partir de las partes dispares de la compañía.
Hay corredores de bonos de Citigroup que aún se aferran a sus raíces corporativas. Así, algunos contestan el teléfono diciendo "Salomon", pese a que Citigroup, que compró a Salomon Brothers hace años, prohibió a sus empleados usar ese nombre. La red de sucursales del banco no está conectada con otras unidades, por lo que los cajeros no saben que el cliente que tienen delante ha sido preaprobado para obtener una tarjeta de crédito. Hasta hace poco, los negocios de mercados de capital y de banca al consumidor en Europa duplicaban sus funciones administrativas porque cada uno tenía su propio equipo de recursos humanos.
Tras cuatro años al mando, Prince deja un banco sumergido en los problemas provocados por las turbulencias en los mercados de crédito. Se espera que Citigroup anuncie una rebaja contable de entre US$8.000 millones y US$11.000 millones debido a la reducción de valor de varios títulos ligados a hipotecas de alto riesgo, según fuentes al tanto. Estas pérdidas se suman a la rebaja contable de US$3.550 millones que el banco anunció el 15 de octubre, al tiempo que reportó una caída de 57% en sus ganancias del tercer trimestre.
¿El fin de un modelo?
Sin embargo, el problema principal de Citigroup —y el fracaso clave de Prince— no son sólo estas pérdidas. También está la evidente falta de éxito en otras áreas que podría haber compensado por el débil desempeño. Esa era la gran idea estratégica detrás del "modelo de banco universal" que Weill creó hace 10 años. Se suponía que el banco universal podría generar más ingresos al ofrecerle al cliente una serie de servicios financieros relacionados. Además, al tener una variedad de negocios distintos, también se suponía que éstos podrían actuar como amortiguador, es decir, los bajones en un ámbito se balancearían con las alzas en otro ámbito.
Algunos analistas e inversionistas de Wall Street cuestionan ese modelo y sugieren que Citigroup estaría en mejor pie si se divide como compañía. Pero uno de los mayores rivales de Citigroup, J.P. Morgan Chase & Co., ha tenido cierto éxito con esa estrategia. Liderado por James Dimon —un ex colega de Prince en Citigroup, que en su día fue considerado el principal candidato para asumir la presidencia ejecutiva—, J.P. Morgan Chase también se ha visto golpeado en el tercer trimestre por pérdidas relacionadas a los mercados del crédito. Pero ha compensado esas pérdidas con el buen desempeño de otras áreas, como las tarjetas de crédito, la gestión de patrimonio y la banca comercial.
Un equipo nuevo
Ayer en la noche, la junta directiva de Citigroup decidió aceptar la renuncia de Prince y se esperaba que nombrara a Win Bischoff, actual presidente de Citigroup en Europa, como presidente ejecutivo interino. La junta también habría pedido a Robert Rubin asumir como presidente de la junta. Rubin, ex secretario del Tesoro de EE.UU. y ex jefe de Goldman Sachs, se unió a Citi a inicios de esta década como asesor del directorio.
Rubin ha sido uno de los partidarios más cercanos de Prince. Ahora se verá forzado a asumir un papel mayor en estabilizar los negocios del banco, mientras la compañía busca un candidato que pueda resolver los problemas que Prince no pudo arreglar. Aunque a veces trataba de eliminar las culturas dispares que existen en Citigroup, Prince hizo poco por buscar una cultura sustituta.
Un banco asediado
Prince, de 57 años, se convierte en el segundo presidente ejecutivo de Wall Street en una semana que pierde su empleo. Estas salidas se dan en medio de los problemas en los mercados del crédito y el colapso de la industria de las hipotecas de alto riesgo, lo cual ha provocado pérdidas millonarias entre las firmas financieras estadounidenses.
La semana pasada, el jefe de Merrill Lynch & Co., Stan O'Neal, se vio obligado a renunciar después de alertar a su junta que las rebajas contables del tercer trimestre ascenderían a US$8.400 millones, frente al cálculo previo de US$4.500 millones.
La enorme rebaja contable de Citigroup es la última en una serie de malas noticias para el banco. El precio de su acción cayó casi 9% la semana pasada, quedando en su nivel más bajo en los cuatro años que Prince lleva al mando. Por otro lado, el respaldo de capital de Citigroup se ha deteriorado, lo que llevó a un analista a sugerir que la compañía tal vez debería recortar los dividendos o vender activos.
Además, varios altos ejecutivos que llevaban años en el banco han dejado la firma en los últimos años. El resultado es que los negocios clave de Citigroup ahora no cuentan con un grupo sólido de líderes experimentados. Hace un mes se fue Thomas Maheras, el veterano ejecutivo a cargo de mercados de capital y operaciones de corretaje. Sólo un año después de ser contratado desde Deutsche Bank AG, la semana pasada renunció Michael Raynes, que estaba a cargo de la unidad de derivados de crédito. Incluso Weill comenzó a expresar su insatisfacción con Prince en las últimas semanas.
Lista de candidatos
El fin de semana estuvo lleno de especulaciones respecto al posible sucesor de Prince. Uno de los candidatos es John Thain, el presidente ejecutivo del operador de bolsa NYSE Euronext y ex presidente de Goldman Sachs.
Otro que está en la lista es el ex director general de operaciones de Citigroup, Robert Willumstad, que también era candidato al puesto máximo cuando Weill finalmente escogió a Prince. Actualmente, Willumstad es el presidente de la junta de la compañía aseguradora American International Group Inc.
Con su renuncia, Prince busca aceptar su responsabilidad por los trastornos del banco, incluyendo las críticas generalizadas respecto a la capacidad del banco para gestionar el riesgo durante épocas de turbulencias en los mercados del crédito. "La junta no lo forzó a tomar la decisión", asegura una fuente al tanto.
Rivales ágiles
Mientras Prince trataba de ordenar las distintas piezas de Citigroup, sus competidores estaban en plena acción. J.P. Morgan Chase continuó su expansión en EE.UU. al adquirir a Bank One Corp., con sede en Chicago, por US$58.000 millones en 2004. Esta adquisición también le otorgó a J.P. Morgan un nuevo presidente ejecutivo: Dimon, que había dejado Citigroup para hacerse cargo de Bank One. Desde su llegada a J.P. Morgan, Dimon ha reducido drásticamente los costos e ha invertido millones en nuevos sistemas computacionales. Esto contribuyó a que este año la firma lograra avances significativos en sus negocios existentes.
En 2005, Bank of America Corp. se hizo con la compañía de tarjetas de crédito MBNA Corp. La adquisición de US$35.000 millones instantáneamente transformó a Bank of America en un gigante en la banca al consumidor y en un nuevo competidor para el enorme negocio de tarjetas de crédito de Citigroup.
Incluso la famosa destreza de Citigroup en realizar acuerdos ha flaqueado en el último tiempo. En EE.UU., Prince se ha abstenido de grandes transacciones. En vez de ello, el ejecutivo optó por el enfoque que él ha denominado "collar de perlas". Sin embargo, Citigroup tiene muchas menos sucursales que sus rivales. En EE.UU. tiene 1.000 frente a las más de 5.000 de Bank of America.
En el ámbito internacional, Citigroup ha realizado varias adquisiciones. El año pasado, el banco lideró un grupo que, por US$3.100 millones, compró una participación de 85,6% en el banco chino Guangdong Development Bank. Y como parte de su estrategia de obtener más ingresos de los mercados internacionales, que crecen más rápido que los de EE.UU., Citigroup está adquiriendo a Nikko Cordial Corp., la tercera firma de corretaje más grande de Japón.
Pero es improbable que estos esfuerzos generen resultados inmediatos y así compensar los problemas más amplios que tiene Citigroup.
Citigroup todavía es el mayor banco de Estados Unidos en términos de activos. Pero durante años Prince trató infructuosamente de cumplir su meta de crear "Un Citi" a partir de las partes dispares de la compañía.
Hay corredores de bonos de Citigroup que aún se aferran a sus raíces corporativas. Así, algunos contestan el teléfono diciendo "Salomon", pese a que Citigroup, que compró a Salomon Brothers hace años, prohibió a sus empleados usar ese nombre. La red de sucursales del banco no está conectada con otras unidades, por lo que los cajeros no saben que el cliente que tienen delante ha sido preaprobado para obtener una tarjeta de crédito. Hasta hace poco, los negocios de mercados de capital y de banca al consumidor en Europa duplicaban sus funciones administrativas porque cada uno tenía su propio equipo de recursos humanos.
Tras cuatro años al mando, Prince deja un banco sumergido en los problemas provocados por las turbulencias en los mercados de crédito. Se espera que Citigroup anuncie una rebaja contable de entre US$8.000 millones y US$11.000 millones debido a la reducción de valor de varios títulos ligados a hipotecas de alto riesgo, según fuentes al tanto. Estas pérdidas se suman a la rebaja contable de US$3.550 millones que el banco anunció el 15 de octubre, al tiempo que reportó una caída de 57% en sus ganancias del tercer trimestre.
¿El fin de un modelo?
Sin embargo, el problema principal de Citigroup —y el fracaso clave de Prince— no son sólo estas pérdidas. También está la evidente falta de éxito en otras áreas que podría haber compensado por el débil desempeño. Esa era la gran idea estratégica detrás del "modelo de banco universal" que Weill creó hace 10 años. Se suponía que el banco universal podría generar más ingresos al ofrecerle al cliente una serie de servicios financieros relacionados. Además, al tener una variedad de negocios distintos, también se suponía que éstos podrían actuar como amortiguador, es decir, los bajones en un ámbito se balancearían con las alzas en otro ámbito.
Algunos analistas e inversionistas de Wall Street cuestionan ese modelo y sugieren que Citigroup estaría en mejor pie si se divide como compañía. Pero uno de los mayores rivales de Citigroup, J.P. Morgan Chase & Co., ha tenido cierto éxito con esa estrategia. Liderado por James Dimon —un ex colega de Prince en Citigroup, que en su día fue considerado el principal candidato para asumir la presidencia ejecutiva—, J.P. Morgan Chase también se ha visto golpeado en el tercer trimestre por pérdidas relacionadas a los mercados del crédito. Pero ha compensado esas pérdidas con el buen desempeño de otras áreas, como las tarjetas de crédito, la gestión de patrimonio y la banca comercial.
Un equipo nuevo
Ayer en la noche, la junta directiva de Citigroup decidió aceptar la renuncia de Prince y se esperaba que nombrara a Win Bischoff, actual presidente de Citigroup en Europa, como presidente ejecutivo interino. La junta también habría pedido a Robert Rubin asumir como presidente de la junta. Rubin, ex secretario del Tesoro de EE.UU. y ex jefe de Goldman Sachs, se unió a Citi a inicios de esta década como asesor del directorio.
Rubin ha sido uno de los partidarios más cercanos de Prince. Ahora se verá forzado a asumir un papel mayor en estabilizar los negocios del banco, mientras la compañía busca un candidato que pueda resolver los problemas que Prince no pudo arreglar. Aunque a veces trataba de eliminar las culturas dispares que existen en Citigroup, Prince hizo poco por buscar una cultura sustituta.
Un banco asediado
Prince, de 57 años, se convierte en el segundo presidente ejecutivo de Wall Street en una semana que pierde su empleo. Estas salidas se dan en medio de los problemas en los mercados del crédito y el colapso de la industria de las hipotecas de alto riesgo, lo cual ha provocado pérdidas millonarias entre las firmas financieras estadounidenses.
La semana pasada, el jefe de Merrill Lynch & Co., Stan O'Neal, se vio obligado a renunciar después de alertar a su junta que las rebajas contables del tercer trimestre ascenderían a US$8.400 millones, frente al cálculo previo de US$4.500 millones.
La enorme rebaja contable de Citigroup es la última en una serie de malas noticias para el banco. El precio de su acción cayó casi 9% la semana pasada, quedando en su nivel más bajo en los cuatro años que Prince lleva al mando. Por otro lado, el respaldo de capital de Citigroup se ha deteriorado, lo que llevó a un analista a sugerir que la compañía tal vez debería recortar los dividendos o vender activos.
Además, varios altos ejecutivos que llevaban años en el banco han dejado la firma en los últimos años. El resultado es que los negocios clave de Citigroup ahora no cuentan con un grupo sólido de líderes experimentados. Hace un mes se fue Thomas Maheras, el veterano ejecutivo a cargo de mercados de capital y operaciones de corretaje. Sólo un año después de ser contratado desde Deutsche Bank AG, la semana pasada renunció Michael Raynes, que estaba a cargo de la unidad de derivados de crédito. Incluso Weill comenzó a expresar su insatisfacción con Prince en las últimas semanas.
Lista de candidatos
El fin de semana estuvo lleno de especulaciones respecto al posible sucesor de Prince. Uno de los candidatos es John Thain, el presidente ejecutivo del operador de bolsa NYSE Euronext y ex presidente de Goldman Sachs.
Otro que está en la lista es el ex director general de operaciones de Citigroup, Robert Willumstad, que también era candidato al puesto máximo cuando Weill finalmente escogió a Prince. Actualmente, Willumstad es el presidente de la junta de la compañía aseguradora American International Group Inc.
Con su renuncia, Prince busca aceptar su responsabilidad por los trastornos del banco, incluyendo las críticas generalizadas respecto a la capacidad del banco para gestionar el riesgo durante épocas de turbulencias en los mercados del crédito. "La junta no lo forzó a tomar la decisión", asegura una fuente al tanto.
Rivales ágiles
Mientras Prince trataba de ordenar las distintas piezas de Citigroup, sus competidores estaban en plena acción. J.P. Morgan Chase continuó su expansión en EE.UU. al adquirir a Bank One Corp., con sede en Chicago, por US$58.000 millones en 2004. Esta adquisición también le otorgó a J.P. Morgan un nuevo presidente ejecutivo: Dimon, que había dejado Citigroup para hacerse cargo de Bank One. Desde su llegada a J.P. Morgan, Dimon ha reducido drásticamente los costos e ha invertido millones en nuevos sistemas computacionales. Esto contribuyó a que este año la firma lograra avances significativos en sus negocios existentes.
En 2005, Bank of America Corp. se hizo con la compañía de tarjetas de crédito MBNA Corp. La adquisición de US$35.000 millones instantáneamente transformó a Bank of America en un gigante en la banca al consumidor y en un nuevo competidor para el enorme negocio de tarjetas de crédito de Citigroup.
Incluso la famosa destreza de Citigroup en realizar acuerdos ha flaqueado en el último tiempo. En EE.UU., Prince se ha abstenido de grandes transacciones. En vez de ello, el ejecutivo optó por el enfoque que él ha denominado "collar de perlas". Sin embargo, Citigroup tiene muchas menos sucursales que sus rivales. En EE.UU. tiene 1.000 frente a las más de 5.000 de Bank of America.
En el ámbito internacional, Citigroup ha realizado varias adquisiciones. El año pasado, el banco lideró un grupo que, por US$3.100 millones, compró una participación de 85,6% en el banco chino Guangdong Development Bank. Y como parte de su estrategia de obtener más ingresos de los mercados internacionales, que crecen más rápido que los de EE.UU., Citigroup está adquiriendo a Nikko Cordial Corp., la tercera firma de corretaje más grande de Japón.
Pero es improbable que estos esfuerzos generen resultados inmediatos y así compensar los problemas más amplios que tiene Citigroup.
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