ElCapitalista007

martes, octubre 09, 2007

Merrill Lynch gana rentabilidad pero paga caro su apetito por el riesgo

En casi cinco años al mando de Merrill Lynch & Co., E. Stanley O'Neal ha transformado a la corredora estadounidense de valores en una organización menos dependiente de la venta de acciones y más dispuesta a asumir riesgos.No obstante, la mayor disposición de O'Neal al riesgo ha ido de la mano de una menor tolerancia a las equivocaciones. El presidente ejecutivo de Merrill Lynch ha realizado reorganizaciones periódicas, y en ocasiones brutales, de la plana ejecutiva, incluyendo una la semana pasada.El cambio cultural ha impulsado las ganancias de Merrill. El retorno sobre los recursos propios, un indicador clave de rentabilidad, aumentó 7,5% en 2002 a 21,3% en la actualidad.

Sin embargo, la metamorfosis de Merrill ha tenido un alto costo, como quedó en evidencia el viernes pasado, cuando la firma anunció una rebaja contable de US$4.500 millones ligada a su inventario de valores respaldados por hipotecas de alto riesgo.

El golpe financiero motivó a O'Neal a despedir a los dos altos ejecutivos de la unidad de renta fija y ordenar a otro que planeaba irse en mayo que desocupara su oficina inmediatamente.

Los despidos dejan claro la huella de O'Neal. El resultado, dicen empleados actuales y antiguos, es una pérdida de memoria y experiencia institucional que para algunos hace que Merrill esté menos capacitada para hacer frente a los altibajos de los mercados.Los ejecutivos de Merrill defienden el estilo de gestión de O'Neal. "Stan es un presidente ejecutivo inteligente, duro y exitoso y uno debe ser muy capaz y tener confianza para interactuar con él, no soporta a los tontos", asegura Gregory Fleming, quien fue nombrado copresidente de Merrill Lynch en mayo.Otros resaltan que, incluso después de asumir los cargos contables, Merrill se encamina a registrar su segunda mayor ganancia de la historia este año, un testimonio de su capacidad para absorber grandes pérdidas.

O'Neal aseguró que durante la contracción crediticia que se agravó abruptamente en agosto, la firma gestionó bien el riesgo en sus otros negocios, como financiar los compromisos para las peligrosas compras apalancadas.

Algunas decisiones de O'Neal, como la adquisición de una participación de 49,9% en el gestor de bonos BlackRock Inc., han sido alabadas por los inversionistas. Otras, especialmente la compra por US$1.300 millones de First Franklin Corp., una empresa de hipotecas de alto riesgo, en enero, han sido criticadas.

La acción de Merrill, a su vez, ha subido menos que las de sus rivales. Desde diciembre de 2002, cuando O'Neal asumió la presidencia ejecutiva, la acción de Merrill ha subido un 102%, comparado con 122% en el caso de Bear Stearns Cos., 140% en el de Lehman Brothers Holdings y 236% en el de Goldman Sachs Group Inc. La acción de Morgan Stanley, que al igual que Merrill tenía una menor exposición a la renta fija en un momento de auge de los bonos, fue la única que tuvo un peor desempeño (101%).

O'Neal tiene un lado duro que puede intimidar a sus colegas y, en opinión de sus detractores, desanimar el debate y las opiniones contrarias. Hasta mayo también fue reacio a compartir el poder, ocupando los tres puestos más altos: presidente de la junta, presidente ejecutivo y director general.

Los problemas con el creciente nivel de activos hipotecarios de riesgo, que al final alcanzaron los US$25.000 millones, fueron disfrazados por el hecho de que los valores tenían una calificación de triple A. Esto fue interpretado por algunos ejecutivos de Merrill como que los activos no representaban el riesgo de pérdida que significaban.

Desde que las pérdidas se hicieron evidentes, Merrill ha fortalecido lo que llama "pesos y contrapesos" al nombrar un director de riesgo el mes pasado.




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