ElCapitalista007

viernes, septiembre 21, 2007

La minería se sumerge en el fondo del mar en busca de fuentes de ingresos

La tradicional búsqueda de oro, cobre y otros metales preciosos está llegando a una nueva frontera: el fondo del océano.Las compañías mineras saben desde hace tiempo que los océanos y mares albergan vastos tesoros de zinc, plata y otros commodities actualmente en gran demanda. Sin embargo, a diferencia de las empresas de petróleo y gas, que han operado en alta mar durante décadas, las mineras carecen de la tecnología para sacar su tesoro oceánico a la superficie.

Ahora, el auge global de los precios de las materias primas ha estimulado a las compañías mineras a voltear la mirada hacia la minería submarina. Al frente del esfuerzo está Nautilus Minerals Inc., una empresa canadiense apoyada por algunos de los nombres más importantes en la minería, como la británica Anglo American PLC y la canadiense Barrick Gold Corp. una de las principales mineras de oro del mundo.

Nautilus está utilizando complejos robots submarinos para buscar depósitos minerales a 1.500 o más metros de profundidad frente a la costa de Papúa Nueva Guinea, cerca de Indonesia.

Hasta el momento, Nautilus ha enfocado sus esfuerzos en las estructuras con forma de chimenea que se crean luego de que el magma empuja fluidos cargados de minerales a través de los resquicios en el subsuelo del océano. Cuando el líquido calentado entra en contacto con la fría agua salada, sus minerales se fusionan con los depósitos de oro, plata, cobre y otros elementos metálicos.

Una vez que se identifiquen los mejores lugares, Nautilus planea usar vehículos operados por control remoto que se moverán por el lecho marino pulverizando 400 toneladas de rocas por hora y luego succionándolas en un tubo que las enviará a la superficie. Otra empresa joven, la británica Neptuno Minerals ha lanzado su propio proyecto minero en las profundidades de la costa de Nueva Zelanda y es probable que otras empresas sigan el ejemplo.

Aunque algunas mineras han extraído diamantes y otros minerales de aguas poco profundas cerca de la costa, algunos expertos dicen que los proyectos recientes serán los primeros en extraer cantidades significativas de mineral desde las profundidades del océano.

Su objetivo común es un futuro en el que robots acuáticos y otro tipo de máquinas recorran el océano abriendo nuevas fuentes de minerales que puedan ser usados para fabricar autos, teléfonos celulares y otros productos de consumo masivo. "Estamos haciendo esto para comenzar una nueva industria, tal como sucedió con la del petróleo y gas en altamar", afirma David Heydon, presidente ejecutivo de Nautilus.

¿Signo de una burbuja?

Algunos veteranos de la industria son escépticos y les preocupa que estas aventuras acuáticas reflejen una creciente burbuja del mercado, en la que los inversionistas vierten millones de dólares en proyectos de alto riesgo que pueden fracasar si caen los precios de las materias primas.

Debido a que esta práctica es nueva y su efectividad no ha sido comprobada, no se sabe qué niveles de precio serían necesarios para que la minería en altamar sea rentable. Un proyecto similar que demandó una inversión de US$500 millones para obtener manganeso del lecho marino en la década de los 70 colapsó en medio de dificultades técnicas, entre otros problemas.

La minería en aguas profundas también enfrenta las críticas de los grupos ambientalistas, quienes preguntan cuál será el costo ecológico de destruir áreas ricas en vida acuática. "Tengo grandes preocupaciones" sobre el proyecto de Nautilus, asegura Techa Beaumont, analista del Mineral Policy Institute, un grupo de monitoreo de las empresas mineras.

Beaumont asegura que asistió a un foro sobre desarrollo sostenible en Papúa Nueva Guinea en el que varios residentes locales se quejaron del proyecto. "No hay una exigencia de responsabilidad real, más allá de que ellos digan que todo va a salir estupendo", dice de Nautilius.

Heydon reconoce que la explotación submarina causará algunos daños ambientales, pero argumenta que el impacto sería menor que el de operaciones más grandes en tierra. Los consumidores tienen que obtener recursos de alguna parte y sacarlos del mar podría implicar una menor interferencia con las poblaciones locales, insiste.


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