China salta del taller de bajo costo a la pasarela
Hace poco, en una elegante sala de exposiciones con vistas al río Hudson en Nueva York, diseñadores y estilistas estaban dando los últimos toques a una colección de vestidos de rafia y popelina de inspiración africana y turbantes de telas con reflejos metálicos de la marca Ports 1961.A inicios de este mes, durante la semana de la moda de Nueva York, la presentación de la colección de Ports 1961 fue revisada y comprada por las mismas tiendas que adquirieron las creaciones de grandes diseñadores como Marc Jacobs, Michael Kors y Oscar de la Renta.
Lo que diferencia a Ports 1961 de las marcas estadounidenses es que su sede y fábricas están en Xiamen, una ciudad en la costa sur de China. Los esfuerzos de la compañía para posicionarse junto a las marcas europeas y estadounidenses subraya la esperanza de China de dejar de ser un centro de manufactura textil para convertirse en propietaria y comercializadora de marcas de lujo.
En el mundo de la alta costura, sin embargo, donde las apariencias sí que importan, una compañía con sede en China enfrenta obstáculos difíciles de superar.
En años recientes, firmas del este de Asia han ingresado al negocio de la moda comprando compañías occidentales. La manufacturera de Hong Kong S.C. Fang & Sons es propietaria de la marca Pringle of Scotland desde 2000; Wang Xiao Lan, un ejecutivo editorial de Taiwán, compró la firma de lujo parisina Lanvin en 2001. El propietario de Ports 1961, Alfred Chan, también está considerando esta vía y recientemente expresó su interés en comprar la exclusiva marca de ropa Jil Sander, propiedad de la firma de capital privado londinense Change Capital Partners.
Chan, de 60 años, dirige Ports 1961 desde una mansión estilo Beaux Arts de los años 20 en una isla de Xiamen. Su objetivo es hacer de la marca un nombre reconocido en Occidente en los próximos cinco años. Debido a que muchas marcas italianas y francesas ya fabrican la mayoría de sus prendas en China, Chan cree que su ambición no es desenfrenada. "En Europa sólo le cosen la etiqueta de la marca, pero la mayor parte se hace en China", observa. "Nosotros podemos hacer eso y mejor".
Sin embargo, en un reciente correo electrónico, Chan expresó su preocupación por la publicidad negativa que están recibiendo los productos fabricados en China. Los productos deberían ser juzgados por la forma en que se ven y se sienten, dijo.
Lanzada en EE.UU. en el 2005, la marca Ports 1961 se vende ahora en 60 tiendas, incluyendo Neiman Marcus, Saks Fifth Avenue y Vivre.com, una tienda en línea de bienes de lujo. La compañía espera duplicar el año que viene el número de tiendas que vendan sus colecciones. Sus vestidos de US$800 y sus abrigos de US$1.600, hechos principalmente con telas europeas, empiezan a aparecer en las revistas más importantes de la moda.
Para competir en el mundo de la alta costura, Ports 1961 contrató a ejecutivos y expertos en el sector que habían trabajado con compañías de renombre como Coach y Michael Kors. Desde el principio, la firma insistió en que las tiendas colocaran sus productos en el mismo piso que las marcas europeas como Missoni y Roberto Cavalli.
Mezcla competitiva
Ports 1961 se beneficia del modelo de negocios poco tradicional de Ports International, la cadena manufacturera controlada por Chan (a través del holding Ports Design Ltd.) que cotiza en la Bolsa de Hong Kong. Chan espera en algún momento poder fusionar Ports 1961 con Ports International en una empresa que no cotice en bolsa. Mientras la mayoría de las compañías en EE.UU. y Europa subcontratan la fabricación, Ports International cuenta con su propia cadena de suministro, produciendo ropa para ambas marcas en Xiamen.
La mezcla de bajos costos laborales y el creciente mercado global le permite a Ports 1961 vender su ropa a un precio siginificativamente más barato que sus competidores europeos y estadounidenses.
El resultado es que los márgenes de ganancia de Ports International ascendieron a 25% el año pasado, frente al 19% registrado en 2005. Los márgenes de marcas como Burberry y Hugo Boss, que subcontratan su producción, rondan el 15%.
Otras industrias ya han experimentado el impacto de las adquisiciones por parte de compañías chinas. El grupo chino Lenovo Ltd. compró la división de computadoras personales de International Business Machines Corp. en 2005. Más recientemente, Nanjing Automobile Corp. compró la marca de automóviles deportivos British MG.
Sin embargo, el sector de la alta costura puede ser más difícil de conquistar. Pese a que China domina la manufactura de ropa, fabricando casi un cuarto de todas las prendas que se venden en el mundo, todavía necesita superar su reputación de producir artículos baratos, falsificados y, más recientemente, también contaminados.
Lo que diferencia a Ports 1961 de las marcas estadounidenses es que su sede y fábricas están en Xiamen, una ciudad en la costa sur de China. Los esfuerzos de la compañía para posicionarse junto a las marcas europeas y estadounidenses subraya la esperanza de China de dejar de ser un centro de manufactura textil para convertirse en propietaria y comercializadora de marcas de lujo.
En el mundo de la alta costura, sin embargo, donde las apariencias sí que importan, una compañía con sede en China enfrenta obstáculos difíciles de superar.
En años recientes, firmas del este de Asia han ingresado al negocio de la moda comprando compañías occidentales. La manufacturera de Hong Kong S.C. Fang & Sons es propietaria de la marca Pringle of Scotland desde 2000; Wang Xiao Lan, un ejecutivo editorial de Taiwán, compró la firma de lujo parisina Lanvin en 2001. El propietario de Ports 1961, Alfred Chan, también está considerando esta vía y recientemente expresó su interés en comprar la exclusiva marca de ropa Jil Sander, propiedad de la firma de capital privado londinense Change Capital Partners.
Chan, de 60 años, dirige Ports 1961 desde una mansión estilo Beaux Arts de los años 20 en una isla de Xiamen. Su objetivo es hacer de la marca un nombre reconocido en Occidente en los próximos cinco años. Debido a que muchas marcas italianas y francesas ya fabrican la mayoría de sus prendas en China, Chan cree que su ambición no es desenfrenada. "En Europa sólo le cosen la etiqueta de la marca, pero la mayor parte se hace en China", observa. "Nosotros podemos hacer eso y mejor".
Sin embargo, en un reciente correo electrónico, Chan expresó su preocupación por la publicidad negativa que están recibiendo los productos fabricados en China. Los productos deberían ser juzgados por la forma en que se ven y se sienten, dijo.
Lanzada en EE.UU. en el 2005, la marca Ports 1961 se vende ahora en 60 tiendas, incluyendo Neiman Marcus, Saks Fifth Avenue y Vivre.com, una tienda en línea de bienes de lujo. La compañía espera duplicar el año que viene el número de tiendas que vendan sus colecciones. Sus vestidos de US$800 y sus abrigos de US$1.600, hechos principalmente con telas europeas, empiezan a aparecer en las revistas más importantes de la moda.
Para competir en el mundo de la alta costura, Ports 1961 contrató a ejecutivos y expertos en el sector que habían trabajado con compañías de renombre como Coach y Michael Kors. Desde el principio, la firma insistió en que las tiendas colocaran sus productos en el mismo piso que las marcas europeas como Missoni y Roberto Cavalli.
Mezcla competitiva
Ports 1961 se beneficia del modelo de negocios poco tradicional de Ports International, la cadena manufacturera controlada por Chan (a través del holding Ports Design Ltd.) que cotiza en la Bolsa de Hong Kong. Chan espera en algún momento poder fusionar Ports 1961 con Ports International en una empresa que no cotice en bolsa. Mientras la mayoría de las compañías en EE.UU. y Europa subcontratan la fabricación, Ports International cuenta con su propia cadena de suministro, produciendo ropa para ambas marcas en Xiamen.
La mezcla de bajos costos laborales y el creciente mercado global le permite a Ports 1961 vender su ropa a un precio siginificativamente más barato que sus competidores europeos y estadounidenses.
El resultado es que los márgenes de ganancia de Ports International ascendieron a 25% el año pasado, frente al 19% registrado en 2005. Los márgenes de marcas como Burberry y Hugo Boss, que subcontratan su producción, rondan el 15%.
Otras industrias ya han experimentado el impacto de las adquisiciones por parte de compañías chinas. El grupo chino Lenovo Ltd. compró la división de computadoras personales de International Business Machines Corp. en 2005. Más recientemente, Nanjing Automobile Corp. compró la marca de automóviles deportivos British MG.
Sin embargo, el sector de la alta costura puede ser más difícil de conquistar. Pese a que China domina la manufactura de ropa, fabricando casi un cuarto de todas las prendas que se venden en el mundo, todavía necesita superar su reputación de producir artículos baratos, falsificados y, más recientemente, también contaminados.
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