¿Cuánto preocupa el dólar a EE.UU.?
Por Deborah Solomon.- El dólar estadounidense ha caído un 9,5% contra las principales divisas desde que Henry Paulson asumió el cargo de Secretario del Tesoro hace 16 meses. Hasta ahora, su respuesta ha sido repetir el mantra de que un "dólar fuerte es del interés de Estados Unidos". ¿Qué haría falta para que Paulson y Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de EE.UU., respondan a la caída del dólar? Desde que asumió la dirección de la Fed en febrero de 2006, Bernanke ha visto cómo el dólar ha caído 11%.
El gobierno estadounidense no tiene muchas opciones si quiere frenar el descenso de su moneda. Podría usar una retórica más firme para impulsar el dólar. O podría, junto con otros países afectados por la caída de la moneda, comprar dólares en mercados de divisas extranjeras. O la Fed podría elevar las tasas de interés, ya que el dinero fluye hacia los países con tasas más altas.
Ni el gobierno de George W. Bush ni la Fed han mostrado ninguna inclinación hacia ninguna de esas alternativas, prefiriendo en su lugar dejar que las fuerzas del mercado operen sin interferencia del gobierno. En su testimonio ante el Congreso la semana pasada, Bernanke dijo que permanece "optimista" y espera que las condiciones económicas actuales de EE.UU. "conduzcan a un dólar saludable a mediano plazo".
Ningún gobierno sensato descarta completamente la intervención en los mercados de divisas bajo ninguna circunstancia, pero los economistas y ex funcionarios gubernamentales dicen que EE.UU. probablemente sólo intervendrá si la caída del dólar se torna tan precipitada y caótica que llegue a amenazar a los mercados financieros, lo cual podría causar el abandono de los activos en dólares, perjudicando a la economía estadounidense, sobre todo si China o Japón se deshacen de sus reservas en dólares. Aunque el dólar se ha hundido a mínimos históricos contra otras divisas importantes, sobre todo el euro, el descenso ha sido gradual.
Siempre y cuando no cause una desbandada, un dólar débil es una gran ayuda para la economía de EE.UU., haciendo que las exportaciones estadounidenses sean más atractivas en un momento en el que el consumo doméstico disminuye y la vivienda es un problema. El comercio representó un punto porcentual del crecimiento del PIB de 3,9% en el tercer trimestre y las exportaciones están impulsando las ganancias de muchas compañías estadounidenses.
Varios economistas ven la intervención del gobierno como ineficaz, en gran parte porque los mercados son tan grandes que los gobiernos no pueden realmente influir en ellos, con la excepción de monedas muy controladas como la china.
Otra opción son los mensajes para impulsar el dólar. El ex Secretario del Tesoro Robert Rubin perfeccionó el arte de repetir el mismo mensaje sobre el dólar fuerte para no sacudir los mercados, hasta que quiso. En 1997, modificó la afirmación de "un dólar fuerte es interés de EE.UU." agregando "y el dólar ahora ha permanecido fuerte durante bastante tiempo". Era un mensaje claro indicando la opinión de EE.UU. de que el alza del dólar había avanzado lo suficiente.
El gobierno estadounidense no tiene muchas opciones si quiere frenar el descenso de su moneda. Podría usar una retórica más firme para impulsar el dólar. O podría, junto con otros países afectados por la caída de la moneda, comprar dólares en mercados de divisas extranjeras. O la Fed podría elevar las tasas de interés, ya que el dinero fluye hacia los países con tasas más altas.
Ni el gobierno de George W. Bush ni la Fed han mostrado ninguna inclinación hacia ninguna de esas alternativas, prefiriendo en su lugar dejar que las fuerzas del mercado operen sin interferencia del gobierno. En su testimonio ante el Congreso la semana pasada, Bernanke dijo que permanece "optimista" y espera que las condiciones económicas actuales de EE.UU. "conduzcan a un dólar saludable a mediano plazo".
Ningún gobierno sensato descarta completamente la intervención en los mercados de divisas bajo ninguna circunstancia, pero los economistas y ex funcionarios gubernamentales dicen que EE.UU. probablemente sólo intervendrá si la caída del dólar se torna tan precipitada y caótica que llegue a amenazar a los mercados financieros, lo cual podría causar el abandono de los activos en dólares, perjudicando a la economía estadounidense, sobre todo si China o Japón se deshacen de sus reservas en dólares. Aunque el dólar se ha hundido a mínimos históricos contra otras divisas importantes, sobre todo el euro, el descenso ha sido gradual.
Siempre y cuando no cause una desbandada, un dólar débil es una gran ayuda para la economía de EE.UU., haciendo que las exportaciones estadounidenses sean más atractivas en un momento en el que el consumo doméstico disminuye y la vivienda es un problema. El comercio representó un punto porcentual del crecimiento del PIB de 3,9% en el tercer trimestre y las exportaciones están impulsando las ganancias de muchas compañías estadounidenses.
Varios economistas ven la intervención del gobierno como ineficaz, en gran parte porque los mercados son tan grandes que los gobiernos no pueden realmente influir en ellos, con la excepción de monedas muy controladas como la china.
Otra opción son los mensajes para impulsar el dólar. El ex Secretario del Tesoro Robert Rubin perfeccionó el arte de repetir el mismo mensaje sobre el dólar fuerte para no sacudir los mercados, hasta que quiso. En 1997, modificó la afirmación de "un dólar fuerte es interés de EE.UU." agregando "y el dólar ahora ha permanecido fuerte durante bastante tiempo". Era un mensaje claro indicando la opinión de EE.UU. de que el alza del dólar había avanzado lo suficiente.
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